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miércoles, 3 de febrero de 2010

Oliverio y las monedas

Oliverio salió esa mañana con aroma a albahaca y fue a su encuentro, entusiasmado, un nuevo día. Llegó a la parada, apretando muy fuerte sus monedas. Con su puño en su bolsillo y con sus monedas en el puño, esperaba. Miraba por donde comenzaba la curva de la ruta, donde merodeaban unos eucaliptos. Por detrás de ellos, como una sorpresa, asomaría de apoco y alejado eso que esperaba. Mientras tanto, unas nubes grises tapaban el cielo.
Vio aproximarse lo que esperaba, pasar veloz por los eucaliptos. Paulatinamente su puño se fue del lecho de su bolsillo, para posarse en paralelo con la calle, y lo que esperara frene. Se aproximaba lo que esperaba, la mano de a poco iba en abanico desplegándose, para que su dorsal y su tríceps queden por unos segundos, en un constante que insiste, que quiere los noventa grados, y el brazo se quede como flotando en el aire, algo que busca el equilibrio pero no lo es. Cuando lo que esperaba atenúa su velocidad para frenarse. Oliverio en un desequilibrio psico-físico en el accionar, abre su puno, y las monedas en una caída sin igual, se estremecen contra el suelo dibujando una margarita en él, un sol con tentáculos que se desprendía en todas las direcciones. Oliverio como quien cocina un asado, se agachó en el suelo, para buscar sus monedas, mientras lo que esperaba se anclaba de apoco en la calle, cerca de él. Y Oliverio en cuatro patas en el suelo, descubre que éste estaba vestido de monedas, un suelo lleno de monedas que lo encandilaba, y le caían los rulos por encima de sus ojos como rejas. Él buscaba sus monedas con la hipótesis de que serían las más calentitas. De repente lo que esperaba se encuentra en frente de él y en pedestal más alto, con un gesto grafica un “qué vamos a hacer”. Mientras Oliverio atajaba como un arquero sus monedas en plena área chica, lleno de botines filosos a su alrededor. Se fue el “qué vamos a hacer”, y él se quedo ahí, en cuatro patas en el suelo, buscando sus monedas, sonriendo con un viento alentador que cabalgaba su pecho. Seguramente no sería lo que esperaba.


Santiago Toubes - Oliverio y las monedas

Ilustración: Pablo Alonso - Salvamento de Girondo

4 comentarios:

  1. El destino!!! muy bueno querido amigo!

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  2. puede suceder!!
    bueniisimo kankii

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  3. NO entendi!!!!!!. La pintura esta muy buena. "Girando (Oliverio) el disco solar entre bambalinas, se deja ver ese deslumbrante rayo que nos enceguece y no birnda sólo parte de la realidad". Muchachos asi cualquiera escribe. Vayan a laburar

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